En una audiencia pública plagada por irregularidades, protestas reprimidas y fuerte tensión, el Consejo Constitucional de Camerún ha rechazado la candidatura presidencial de Maurice Kamto, líder opositor y principal rival de Paul Biya, quién gobierna autocráticamente la nación desde 1982, en los comicios previstos para octubre. Se trata de un evento trascendental para la estabilidad de un elemento clave del eje africano pro-francés.

Unas elecciones llenas de irregularidades, denuncias y el uso de un sistema judicial y una administración electoral dominados por el partido gobernante parecen el pan de cada día. Hablamos de un país que ha sido gobernado por la misma clase política desde su independencia, pero cuyo liderazgo actual (cada vez más envejecido), evidencia claras muestras de agotamiento. ¿Qué está pasando en Camerún?

El Camerún de Paul Biya: Una continuidad sin futuro

Desde su independencia en 1960, Camerún (una antigua colonia alemana, más tarde repartida entre Francia y el Reino Unido y luego reunificada para su independencia), ha estado regida por la misma clase política, posicionada como un fuerte aliado de Francia en la región. Por muchos años, el país ha sido considerado como un exponente del eje “neocolonial” francés, denunciado por muchos movimientos políticos y sectores académicos en África.

Educado en Francia, Paul Biya llegó por primera vez a las altas esferas de la política camerunesa en junio de 1975, hace ya cincuenta años, cuando fue designado primer ministro en el gabinete del presidente Ahmadou Ahidjo, que gobernaba desde la independencia en 1960. Su llegada coincidió con el paulatino retiro de Ahidjo, que fue cediéndole a Biya cada vez más competencias hasta que finalmente renunció a su favor en noviembre de 1982. Desde entonces, Biya ha ocupado sin interrupción la presidencia de Camerún. Es el segundo presidente de la región con más tiempo en el cargo (le supera solamente su vecino ecuatoguineano, Teodoro Obiang Nguema, en su cargo desde 1979). Asimismo, cumplió en febrero 92 años, lo que lo convierte en el jefe de Estado en ejercicio más viejo del mundo.

Su longevidad en el cargo es, básicamente, la única herencia destacable que Biya le ha dejado a Camerún. Aunque la economía ha crecido en años recientes y está en un nivel intermedio para África, la nación se encuentra rezagada en casi cualquier indicador. Un estimado de más de dos quintos de la población se encuentran bajo el umbral de la pobreza, el desempleo alcanza el 30% y casi un tercio del país no tiene ninguna educación formal, a lo que se suma una de las esperanzas de vida más bajas de África y uno de los mayores índices de muerte materna.

El país se encuentra (de acuerdo con el índice de Transparencia Internacional) entre los más corruptos de su región. Gran parte del apoyo económico francés se desvía a redes clientelares que sostienen al régimen en el poder. Un ejemplo especialmente destacable saltó en septiembre del año pasado (poco después de que Biya confirmara su nueva candidatura), cuando el Ministro de Salud Malachi Manaouda anunció que regalaría 1.000 entradas gratuitas a un partido de fútbol Camerún-Burundi a jóvenes para que apoyaran la reelección del dictador. Estas entradas fueron pagadas con los fondos de un ministerio que administra un sistema sanitario en el que el clínico promedio cobra 100 dólares mensuales y hay tan solo tres médicos por cada 10.000 habitantes.

La dictadura de Biya es (por lo demás) bastante arquetípica dentro del panorama africano. Su partido, el Movimiento Democrático del Pueblo Camerunés (RDPC por sus siglas en francés), controla todos los poderes del Estado. El parlamento no es más que un sello de goma y tanto la justicia como las autoridades electorales son vistas como entes sumisos al poder de turno. Biya se apoya en una coalición de élites regionales en su mayoría francófonos en las que predominan los cristianos sureños (de los cuales es exponente) junto a los musulmanes norteños. La minoría anglófona camerunesa (radicada en las regiones que fueron colonia británica antes de la independencia) suele ser marginada de los asuntos públicos, lo mismo que los grupos tradicionalmente opositores del centro del país (en especial los combativos Bamileke). Sin embargo, los principales detractores del régimen de Biya sostienen que la sede del poder en Camerún se encuentra en otro lado.

Por su posición territorial estratégica como puente entre el África central y occidental, sus amplios recursos naturales (que van desde metales preciosos hasta petróleo) y su relativa estabilidad, el régimen camerunés ha recibido históricamente el respaldo irrestricto de Francia. Mientras rutinariamente vemos a Francia sumarse a iniciativas europeas para condenar el retroceso democrático o el avance de tiranías en distintas partes del mundo, cuando se trata de Camerún el asunto se debate entre la difusión de propaganda o la imposición del silencio. Francia ha dado apoyo económico y militar abierto al régimen de Biya en su represión de movimientos separatistas anglófonos, y suele bloquear los intentos de sancionar o cuestionar las violaciones a los derechos humanos en el país.

Un ciclo que se agota: El fortalecimiento opositor

En 1992, Biya se vio obligado a poner fin al régimen de partido único (hasta entonces muy habitual en África). Sin embargo, continuó manipulando las reglas del juego para preservarse en el poder. Se impuso por estrecho margen ante John Fru Ndi, del Frente Socialdemócrata, más que nada apoyado por anglófonos, en una contienda plagada de irregularidades. Desde entonces se ha impuesto por márgenes abrumadores, obtenidos de acuerdo con sus detractores por medios de fraude generalizado. A Biya lo ha beneficiado también la histórica desunión de la oposición, en general debido más bien a factores étnicos que ideológicos, y a las prácticas de cooptación de élites que han impedido que los partidos opositores salgan de ciertos nichos específicos.

Sin embargo, durante la última década, las cosas han comenzado a cambiar. El deterioro de la situación económica, el estallido de una nueva crisis secesionista (y su dura represión militar) en 2017, el advenimiento de la pandemia con todas sus consecuencias y el deterioro personal del nonagenario dictador han comenzado a movilizar a una población generalmente apática de la política. Esto se ve agravado por el hecho de que Biya no tiene a quién responsabilizar (el país es muy joven y alrededor del 85% de los cameruneses nacieron con él gobernando) y el surgimiento de una nueva oposición, más unida y resiliente.

El profesor y académico Maurice Kamto surgió en la escena política de su país hace dos décadas cuando jugó un papel trascendental en la delegación diplomática que logró que Nigeria le entregara a Camerún la península de Bakassi, disputada entre ambas naciones. Este éxito lo catapultó a la fama y al prestigio nacionales, asumiendo un cargo como funcionario al que dimitió en 2011 en protesta por la persistencia de Biya en mantenerse en el poder. Tras esto, fundó el Movimiento para el Renacimiento de Camerún (MRC) por el cual fue candidato en las elecciones presidenciales de 2018. En estos comicios (cuyo resultado oficial no reconoció y declaró la comisión de un fraude masivo) se consolidó como el principal rival del presidente.

De origen Bamileke (lo que desde el principio lo identifica con los sectores más opositores del país), Kamto ha destacado por su actitud calmada y pacifista, promoviendo un enfoque de lucha no violenta para desalojar a Biya del poder. Esto no ha impedido que sea detenido varias veces y que los militantes de su partido sean rutinariamente acosados e intimidados por las autoridades policiales del régimen de Biya. Denunciando la falta de revisión del padrón electoral y la imposibilidad de realizar comicios limpios en el marco de la crisis anglófona, Kamto y su partido boicotearon las elecciones parlamentarias de 2020, en las cuales sólo un 43.8% de los votantes registrados concurrió a las urnas.

Frente al aumento del descontento social y con un ánimo juvenil más energizado, Kamto parece tener posibilidades de representar la amenaza electoral más seria que Biya haya enfrentado en los últimos treinta años. Es, por tanto, relativamente comprensible el intento por parte de la autoridad electoral de descalificar su candidatura. Una innovación (hasta ahora, por lo general, se les permitía a los opositores participar) que revela cuán realmente agrietada está la estructura de poder en el país africano.

La estratagema legal: ¿Cómo hizo el régimen para descalificar a Kamto?

La decisión de Kamto de boicotear las parlamentarias de 2020 resultó (de acuerdo con el régimen) en que el MRC se viera inhabilitado para presentar candidaturas presidenciales. Buscando un partido legalmente habilitado que presentara su candidatura, Kamto llegó en junio a un acuerdo con el Movimiento Africano para la Nueva Independencia y la Democracia (MANIDEM), cuyo presidente es Anicet Ekane, se desafilió formalmente del MRC y se afilió al MANDIEM. En julio, la alianza opositora presentó sus documentos para acreditar la candidatura de Kamto, incluyendo las pruebas de su nueva afiliación y la firma de Ekane en calidad de presidente del partido respaldando su postulación.

El 23 de julio, el Ministerio del Interior de Camerún denunció haber sufrido un “hackeo” en su página web. Ese mismo día, por la noche, se modificó el apartado de la página donde figuran los partidos políticos legalmente registrados. El nombre de Ekane fue borrado como presidente del MANIDEM y reemplazado por el de Dieudonné Yebga, un antiguo miembro del partido que fue expulsado en 2018 tras un conflicto con Ekane. El 26 de julio se hizo pública la lista provisional de candidatos presidenciales con trece aspirantes aprobados. La ELECAM declaró que Yebga, en calidad de “presidente del MANIDEM” había presentado su propia candidatura, y que por lo tanto la candidatura de Kamto era inválida por “doble postulación”.

Más allá de la obvia maniobra cuestionable de cambiar al presidente del partido por otro en la página web del Ministerio está un hecho no menor: en el marco legal vigente la doble postulación se considera un conflicto por la candidatura de un partido a definir en las instancias de impugnación, no un causal para la anulación. De hecho, el propio Biya enfrenta una impugnación por parte de un rival dentro del oficialista RDPC, Theiller Onana, quien esgrime que el mandatario ha violado los estatutos del partido al no realizar un congreso para ser ratificado como presidente del mismo en mucho tiempo. Sin embargo, esto no ha impedido que Biya figure entre los trece candidatos provisoriamente aprobados.

La oposición reaccionó con estupor y rabia ante lo que parece ser un intento deliberado de dejar a Biya el campo allanado sin su rival de mayor peso, a lo que se suman la burda maniobra legal para anular a la oposición arrebatándole el control del partido. Se difundieron audios de Yebga (que hasta su resucitación por parte del “hackeo” en julio se consideraba retirado de la política y vivía en una aldea remota en el interior del país) en los que admitía haber sido “usado” por el régimen para sabotear a la oposición y reconocía la ilegalidad de su candidatura. Los grupos de disidentes iniciaron rápidamente una campaña para exigir la aprobación de la candidatura de Kamto, e incluso otros candidatos opositores de partidos menores condenaron la decisión de la ELECAM y solicitaron una reconsideración.

El 28 de julio, la oposición presentó su apelación, alegando que no se cometió ningún error técnico y que (dado que la candidatura de Kamto cumple con todos los demás requisitos exigidos por la ley electoral) no existe motivo para invalidarla. El 1 de agosto, el Consejo Constitucional anunció el lunes como la fecha para iniciar la audiencia para discutir las impugnaciones al proceso de registro de candidatos. De acuerdo con la legislación vigente, las audiencias del Consejo Constitucional en materia electoral son públicas y la población tiene el derecho de presenciarlas. La oposición pretendió aprovechar esto para organizar una gran protesta frente a la sede judicial ese día.

Sin embargo, el lunes estuvo marcado en Camerún por una intensa represión. El régimen recurrió a gases lacrimógenos y fuego letal (aunque no disparado directamente) para amedrentar a una multitud que intentó reunirse frente al Consejo Constitucional mientras los abogados de Kamto y de Yebga (así como de otras partes asociadas) daban sus alegatos. En medio de fuertes tensiones y con decenas de detenidos, el Consejo declaró que daría su fallo al día siguiente. El proceso judicial vio sucesos tan insólitos como un intento de los abogados de Yebga de presentar una carpeta totalmente vacía como “evidencia”, o (según videos publicados en redes sociales) un abogado del régimen ingresando al recinto judicial portando un arma de fuego. Al día siguiente, sin sorpresas, el Consejo Constitucional resolvió fallar en contra de la oposición y ratificó la decisión de la ELECAM de descalificar a Kamto.

El futuro: ¿Hacia dónde va Camerún?

Si la autoridad judicial camerunesa actuara en estricto apego a la ley, la candidatura de Kamto debería haber sido validada: se presentó en tiempo y forma, cuenta con los documentos a tal fin, su afiliación partidaria está en regla y tiene el aval del presidente del partido reconocido ante las autoridades electorales. La denuncia del Ministerio del Interior de que el cambio de presidente del MANIDEM se debió a un supuesto “hackeo” es una narrativa que implica necesariamente admitir que Yebga no es el presidente legítimo del partido y que, por tanto, la premisa de “doble postulación” es inválida. Por supuesto, la realidad bajo un sistema autoritario suele ser bastante diferente. Toca preguntarse. ¿Qué puede pasar?

Si la decisión judicial se mantiene hasta octubre sin ningún cambio, Biya resultaría reelegido sin siquiera enfrentar una competencia simbólica. La única forma de que el régimen camerunés decida permitir a la oposición contender es la presión internacional (especialmente por parte de Francia) acompañada por suficiente presión en las calles. Aún así, no todo tiene por qué terminar este mes. La pretensión de estabilidad y seguridad que el régimen camerunés pretende lograr con la descalificación de Kamto no es tan sólida como parece creer. La anulación del aire político que solo puede dar una contienda electoral seria debilitado considerablemente el margen de maniobra para evitar que muchísimos jóvenes cameruneses (hartos luego de más de cincuenta años de promesas incumplidas, fracasos económico, militarismo e inestabilidad regional) se lancen a formas más directas y extremas de expresar su descontento.

Francia mira con temor el creciente alejamiento de sus antiguas colonias. Tras retirar a sus tropas de Costa de Marfil (donde el octogenario Alassane Ouattara anunció también hace unos días que competirá por un cuarto mandato), ha visto reducida en un 70% su presencia militar en el continente africano. La primera mitad de la década ha visto el sucesivo derrocamiento (vía golpe de Estado) de varias de las administraciones africanas estrechamente vinculadas a Francia, sobre todo en el Sahel, así como la caída de la dinastía Bongo en Gabón. La supervivencia del régimen de Camerún, que siempre fue incondicional, pasa a cobrar mayor importancia.

El aumento del descontento (que puede verse exacerbado por una elección carente de garantías y la continuidad del deterioro económico) podría extenderse a otros sectores de la población. El estallido de protestas o el agravamiento de la crisis anglófona dejarían al régimen en el limbo. Si no lograse mantenerse en el poder, un resultado posible es una toma de poder por parte del ejército, con todo lo que eso implica para la influencia francesa.

En todo caso, el régimen puede prolongarse indefinidamente en el sentido de que no tenga una fecha de caducidad establecida, pero suponiendo que gane fácilmente la elección sin ningún oponente serio y obtenga otro mandato de siete años, Biya llegaría al final de este en 2032 con 99 años cumplidos. A medida que aumentan sus visitas médicas al extranjero y sus apariciones públicas se hacen más esporádicas, el autócrata camerunés tendrá que hacer frente a la realidad inevitable: lo que no logre Kamto pronto lo hará la biología.

Si a esto le sumamos que los sucesores constitucionales de Biya (el presidente del Senado Marcel Niat Njifenji, de 90 años, y el de la Asamblea Nacional Cavayé Yéguié Djibril, de 85 años) son apenas un poco más jóvenes que él, que su hijo (Franck Biya) no cuenta con los respaldos internos ni la aceptación popular suficiente y que las élites del norte musulmán se muestran ansiosas por recuperar el la primacía en la coalición gobernante (dos ministros norteños, Bello Bouba Maigari e Issa Tchiroma, se presentaron como candidatos disidentes), no parece haber un sucesor viable que pueda tomar las riendas del régimen y preservarlo tras su partida. Con eso en cuenta, Francia y otros sectores interesados podrían empezar a ver una transición acordada como la mejor forma de evitar un golpe militar antifrancés o una peligrosa deriva a la inestabilidad.

Sea como sea, Camerún vive en estos días momentos de máxima tensión política mientras se define el rumbo que tomará la nación durante la mitad que le queda a esta década. Frente a ánimos claros de fin de ciclo, ya la duda no está en cuándo se irá Biya del poder, sino en qué condiciones lo hará.

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por Felipe Galli

Estudiante de Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires, con experiencia en activismo en contextos autoritarios y especialización en la cobertura de procesos electorales de todo el mundo.

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