
Pocas cosas se pueden dar por sentadas en política, mucho menos en unas elecciones. Sin embargo, para los comicios alemanes de este domingo, algo parece claro: la CDU, con Merz como candidato, será el partido más votado. Hasta aquí podemos hablar, pues las encuestas apuntan a que necesitará aliarse con algún otro partido si quiere llegar al poder. ¿Con quién pactará la CDU?
Parejas descartadas
En primer lugar, podemos analizar las fórmulas parlamentarias que, de una forma u otra, se han ido descartando a lo largo de la campaña (aunque, recordemos, en política siempre hay espacio para las sorpresas).
Podemos comenzar hablando de una alianza que a Merz y a la CDU no les habría disgustado: la coalición negro – amarilla, por los colores de CDU y los liberales de FDP respectivamente. A favor de esta unión tenemos la convergencia ideológica de los partidos, pues son dos formaciones similares y con una postura parecida en las cuestiones clave. De hecho, la mayoría de los votantes de la CDU tienen como coalición preferida aquella en la que se incluye al FDP, que además es el partido responsable de tumbar el anterior gobierno. Sin embargo, esta opción es un sueño que parece muy lejano, pues el FPD está ahora mismo peleando por superar la barrera del 5%, el mínimo que deben alcanzar para conseguir representación parlamentaria. Esto quiere decir que, ya de primeras, es posible que el FDP ni siquiera exista (en términos parlamentarios) y, si consigue llegar al Bundestag, lo hará como un partido minúsculo, por lo que no darían los números. De esto parece haberse dado cuenta Merz, quien en las últimas semanas ha atacado al partido liberal y ha explicado a sus votantes que no es eficaz votarles, con la clara intención de zamparase a los amarillos.
Otro acuerdo que parece descartado es aquel en el que la CDU abre las puertas a AfD, levantando el histórico cordón sanitario y dando la bienvenida institucional al partido de derecha radical. Las últimas semanas han sido caóticas en este sentido, pues ha habido algún que otro episodio en el Bundestag en el que la AfD ha sumado sus votos a los de la CDU, lo que algunos interpretaban como el primer paso en la normalización del partido. Sin embargo, en los últimos días Merz se ha dedicado en cuerpo y alma a reiterar que el cordón sanitario sigue más vivo que nunca y que no, no pactará con la AfD. ¿Será carne de hemeroteca?
Visto que Merz es propenso a rechazar parejas de baile, ¿quiénes le quedan? Pues el candidato no se ha andado con chiquitas y lo ha dicho bien claro: duda entre los socialdemócratas y los verdes
Escenarios más probables
Una Gran Coalición entre los gigantes de Alemania, la CDU y el SPD, sería la opción más probable. Esto se debe a que, a pesar de las diferencias, sus programas políticos tienen puntos en común y, cuando no es el caso, siempre les queda la negociación. Sin embargo, sí parece haber un asunto que produce chispas entre ambos: la cuestión migratoria y la situación de los solicitantes de asilo. En otros tiempos, el problema habría sido menor, pero la política alemana (y europea) gira hoy en día en torno a la inmigración, un tema candente que ningún partido puede ignorar.
Sin embargo, los democristianos confían en que esta realmente no podrá ser calificada como una “Gran Coalición”, pues la previsión es que la CDU duplique en fuerza a los del SPD, por lo que estos últimos tampoco podrán rechistar tanto como creen, al carecer de fuerza. Además, también se alegraron del anuncio de Scholz, quien comentó que él no sería ministro en un gobierno de Merz. De esta forma, los conservadores esperan que el liderazgo de los socialdemócratas lo asuma, ya tras las elecciones, Boris Pistorius o Nancy Faeser, más cercanos a su posición.
La segunda opción es ni más ni menos que la coalición kiwi, denominada así por la suma de colores de los democristianos y verdes. Aquí también existen choques ideológicos difíciles de ignorar, pero quedan opacados por un obstáculo de magnitudes superiores. Antes de nada, es necesario especificar que, cuando hablamos de la CDU, normalmente metemos en el mismo saco a la CSU, que es el partido hermano de la CDU, pero que es medianamente independiente y opera en Baviera. Como decimos, lo normal es contar a ambos como un mismo ente, pero la política alemana ha dado una voltereta más tras las declaraciones de Markus Söder, líder de la CSU, quien ha dicho alto y claro que la CSU no entraría en un gobierno con los verdes. Está por ver cómo de real es esta amenaza. Más allá de este problemilla para Merz, el choque ideológico más destacable entre verdes y conservadores es, de nuevo, la inmigración.
Diga lo que diga Söder, Merz intentará hablar con ambas formaciones, pues aquí entra una de las reglas más importantes de la negociación: habla con todos y que entre ellos se peleen por ver quién baja más el precio. En otras palabras, Merz podría abrir negociaciones de forma paralela con rojos y verdes, eligiendo finalmente a aquel que más concesiones esté dispuesto a hacer. Socialdemócratas y ecologistas, que no sabrían qué está pactando el otro con los conservadores, deberían ser cuidadosos a la hora de firmar acuerdos con Merz, pues sus opciones de entrar en el gobierno estarían en juego.
Espacio para las sorpresas
Por si no te has dado cuenta, hasta ahora solo hemos hablado de coaliciones compuestas únicamente por dos miembros. Sin duda, este es el escenario preferido por Merz, quien ha comprobado gracias al gobierno de Scholz que tres son multitud. Sin embargo, no podemos descartar que los números de Merz y un segundo socio sean insuficientes para alcanzar la mayoría, por lo que tendría que encontrar un tercer acompañante.
Aquí nos encontramos con una característica especial del sistema electoral alemán. Como ya hemos comentado, en Alemania existe una barrera del 5%, por lo que si no alcanzas este porcentaje de votos, te quedas fuera (aunque existe una segunda oportunidad: ganar tres distritos electorales directos). Esta barrera, más alta que en otros casos, provoca que este domingo vayamos a ver muchos partidos rezando por superar el obstáculo. Ya hemos mencionado al FDP, pero también se encuentran en la misma encrucijada el partido de Sahra Wagenknecht (BSW) y Die Linke (aunque este, según los últimos sondeos, apunta a que lo superaría casi seguro). La cuestión es que, cuantos más partidos pequeños acaben entrando en el parlamento, menor es la proporción de escaños que se quedan los partidos grandes. Por cada “pequeñín” que consiga asiento en el Bundestag, más partidos tiene que sumar Merz para que le den los números.
Si ningún partido supera la barrera, la probabilidad de que una coalición bipartidista sume mayoría es clara. Sin embargo, como ya adelantamos, Die Linke tiene muchas papeletas de llegar al Bundestag. En el caso de que solo uno de los partidos pequeños lo consiga, sigue habiendo espacio para una coalición bipartidista, pero aquí ya empieza a haber dudas. Como entren dos partidos pequeños, lo más probable es que Merz no solo necesite a un partido, sino a dos.
Como entren dos partidos pequeños, lo más probable es que Merz no solo necesite a un partido, sino a dos
En este caso, sin duda el peor escenario para Merz, vuelven a abrirse varias opciones. Una sería la coalición Kenia, por los colores de la bandera (conservadores, socialdemócratas y verdes), pero es una fórmula muy complicada. Merz sabe que lidiar por separado con verdes o rojos ya sería complicado por las diferencias ideológicas, pero meter a ambos en el mismo saco haría un dos contra uno en las negociaciones y, aunque los conservadores seguirían llevando la batuta, sería un infierno. Otra opción más amigable se abriría si uno de los partidos pequeños que entra son los liberales, pues ya sabemos que son cercanos en términos ideológicos a los conservadores, por lo que sería un tercer partido más o menos óptimo para esta hipotética coalición.
Como última bala, Merz podría formar un gobierno minoritario (es decir, en solitario), dependiente de partidos que no tienen cartera y, por tanto, mucho menos que perder. Esta fórmula no es común en Alemania y Merz parece dispuesto a evitarla, aunque está por ver. El escenario alemán está más complicado que nunca y, debido a que pequeños cambios tendrán grandes implicaciones, es posible que ni siquiera durante la noche electoral lleguemos a saber qué ha pasado.