
Robert Habeck, líder de Los Verdes y candidato a la Cancillería, está llamado a recuperar la ilusión del partido ecologista alemán. Bundis 90/Die Grünen (Alianza 90/Los Verdes) era una de las tres patas de la coalición semáforo, en la que contaba con dos carteras ministeriales clave: Economía y Exteriores. Los altibajos en las encuestas del partido merecen un análisis más detallado sobre lo que cabe esperar de esta formación de cara al próximo 23 de febrero.
Dos auges y dos caídas
Hay que empezar dejando claro que Los Verdes se deben sentir algo decepcionados por las proyecciones que les dan las encuestas de cara a estas elecciones federales. También es cierto que están cerca del resultado obtenido en 2021, rozando el 15%, y que, como veremos más tarde, la puerta del gobierno no está del todo cerrada.
Aun con todo, en ese mismo 2021, dos meses antes de las elecciones, estaban llamados a ser la primera fuerza del país y proyectaban cerca del 25% de los votos, frente a una CDU/CSU y un SPD completamente desinflados. Sin embargo, tras el nombramiento de Annalena Baerbock (la actual ministra de Exteriores) como candidata a la Cancillería por parte de Los Verdes, el partido fue cayendo en los sondeos hasta ser 3ª fuerza, más cerca de la AfD que de los dos partidos mayoritarios.
Olaf Scholz le comió la tostada a Baerbock y a La Unión, haciendo que Los Verdes se contentasen con entrar a una coalición de gobierno inédita con socialdemócratas y liberales.
Desde ese día, Robert Habeck ha tenido una espinita clavada con el partido, que eligió a Baerbock para una campaña en la que, sin duda, no rindió como debería. Una serie de “inconvenientes” acecharon a la candidata en la fase decisiva de la campaña: pagas extra de Navidad sin declarar, méritos de más en su CV o el plagio de un libro dinamitaron por completo su candidatura.
Por suerte para ella, otras polémicas como el verdadero papel de su abuelo paterno durante el nazismo, que ella blanqueó en el famoso libro plagiado, no se supo hasta años más tarde. Tras este desastre, Robert Habeck se mordía las uñas esperando su oportunidad y con el encargo de liderar ministerio de Economía en sus manos.
Para estos comicios el error se ha enmendado: el partido respalda a Habeck como candidato, pero el camino no ha sido nada fácil para el ministro de Economía. En 2022, superando ya la época más austera de la pandemia, Los Verdes volvían a gozar de gran popularidad.
Estaban de nuevo en ese punto dulce del 25% y, si bien en esta ocasión era por detrás de La Unión, todo parecía marchar bien para ellos en el nuevo gobierno. Sus choques con el FDP les valían para ser los representantes de políticas populares, además de que el papel mediador de los socialdemócratas les dejaba muchas veces como los buenos de la película.
Habeck dejó de ser visto como un buen líder y los números del partido se resintieron enormemente, entrando en un descenso que no acabó hasta hace escasas semanas.
Para su tristeza, ya entrando en 2023 la burbuja del 25% se desinflaba. Una filtración del ambicioso proyecto de ley encabezado por Robert Habeck, sobre la transición energética en materia de calefacción en los hogares, dio pie a la segunda caída verde. La idea de este proyecto de ley era transicionar la energía de las calefacciones de todo el país a unas que consumiesen menos gas (con un máximo del 45%). Este plan atacaba dos frentes: tanto la transición ecológica como la lucha con Rusia por independizarse de su gas.
Sin embargo, la forma en que se planteaba en el documento filtrado hacía entender que gran parte de esta transición la debían pagar los propios ciudadanos alemanes, cambiando su calefacción e instalando costosos sistemas. En realidad, esto no era del todo así, pero el proyecto, que ya nació de mala manera, culminó en meses de batalla parlamentaria y con la imagen de Habeck por los suelos.
El 70% de los alemanes veían mal la medida, incluso el 50% de los votantes de Los Verdes lo hacían. Aunque estos en realidad se dividían entre los que se quejaban de que la medida era insuficiente para los objetivos ecologistas y los que se molestaron porque era excesivamente costosa.
Sea como fuere, Habeck dejó de ser visto como un buen líder y los números del partido se resintieron enormemente, entrando en un descenso que no acabó hasta hace escasas semanas. La tendencia a la baja también se explica por el papel errático de Annalena Baerbock al frente de la diplomacia alemana. Los Verdes han sido muy criticados por ser un partido excesivamente militarista y que, a pesar de ubicarse en la izquierda ideológica, ha apoyado la actuación militar de Israel sobre Palestina.
Este cóctel dejó como resultado unas elecciones desastrosas en Turingia, Sajonia y Brandeburgo. Porque, si bien en estas regiones del este Los Verdes nunca han sido una gran fuerza parlamentaria, han pasado a desaparecer por completo en dos de estas tres plazas, habiendo superado la barrera electoral tan solo en Sajonia. Además, en las elecciones europeas tampoco tuvieron buenas cifras y fueron los grandes responsables del bajón del eurogrupo de los verdes en el Parlamento Europeo.
Con este panorama, la formación ecologista puede darse con un canto en los dientes si consigue acercarse a los resultados de 2021. Por si fuera poco, incluso tienen la puerta abierta a la Coalición Kiwi, que daría lugar a un gobierno negriverde de la mano de La Unión.

Potencial de gobierno
Los altibajos verdes les dejan con opciones de disputar la tercera posición a un SPD que ha sufrido mucho desgaste. La aritmética electoral da bastantes posibilidades a que la CDU/CSU pueda elegir entre gobernar con los socialdemócratas o con los verdes.
La receta económica de Robert Habeck y Friedrich Merz es muy distinta y no se sabría muy bien qué acabaría pasando con el freno de deuda, que es el mecanismo que generó disputas y, en última instancia, el fin de la coalición semáforo.
Tendremos que prestar atención a lo que sea más interesante para La Unión. Según las encuestas, al mismo tiempo que los alemanes no quieren repetir la gran coalición (CDU/CSU + SPD) también dudan de que Merz cumpla su palabra de no pactar con AfD. Además, dos tercios de ellos estarían a favor de la exclusión de AfD, por lo que la vía verde, si bien no es la preferida, tampoco es la peor de cara a la opinión pública.
Lo que parece que se querrá evitar a toda costa es un nuevo gobierno de tres patas, porque La Unión ha aprendido de los rifirrafes entre los tres colores del semáforo. El objetivo de Habeck debería ser, al menos, ese 15% que le daría opciones de, o bien articular una oposición seria que vuelva a poner los valores ecologistas y no militaristas al frente, o bien formar un gobierno experimental (a nivel federal) con La Unión.