
El próximo 23 de febrero se celebran elecciones federales en Alemania. En el centro del debate está la proyección de crecimiento que se estima al partido de Alternativa para Alemania (AfD). Este ascenso de la AfD se viene dando en anteriores comicios: en 2024 fue la segunda fuerza más votada en las elecciones europeas y ganó las elecciones al parlamento de Turingia, un importante Lander del Este. Una de las causas de su éxito electoral es la geografía del país. Partidos como la CDU/CSU o el SPD arrasan en el oeste, a pesar de obtener buenos resultados en el este, mientras que Die Linke o AfD han aglutinado muchísimos más apoyos en la franja este de Alemania. ¿Por qué AfD triunfa en el este?
¿Cómo ha llegado la AfD a este punto?
Para entender el crecimiento es necesario abordar las raíces del partido. AfD es un partido fundado en el año 2013 y su origen se encuentra en voces al interior de la CDU y FDP tras la crisis del 2008, en una especie de respuesta euroescéptica. Al igual que a La Alternativa, se ha definido a AfD como un partido de derecha radical, populista y euroescéptico. Aunque desde 2013 hasta 2015 pasó por un viraje ideológico, el partido empezó siendo más moderado.
Se achaca parte del éxito a la capacidad de sortear la primera barrera de desaprobación social para los partidos de derecha radical en Alemania. Hasta el 2017 no obtendría representación en el Bundestag, que es el parlamento alemán. Su principal fuente de votos fueron abstencionistas, aunque también consiguió cantidades significativas de votos de los partidos tradicionales, principalmente la CDU, pero también del SPD y Die Linke. Desde entonces, siempre ha presentado niveles de apoyo mucho mayores en la “Alemania del Este”.
Hace 35 años de la reunificación de las dos alemanias. Las diferencias entre las extintas RDA y RFA siguen siendo patentes en todos los sentidos: económico, social, cultural, identitario y, por supuesto, político. Parece lógico que, a pesar de compartir un sistema político y de representación, se comporten electoralmente de forma diferente.
La AfD no es el primer proyecto de derecha radical o extrema derecha que intenta arraigar en Alemania, ya que desde la reunificación Alemania del Este ha visto diferentes proyectos de estas características. Antes de la AfD, varios partidos de este espacio consiguieron entrar en parlamentos regionales en la Alemania del Este. También en términos de movilización, la extrema derecha alemana presenta en las últimas décadas mucha mayor fuerza en estos landers.
Ejemplo de esto último fue la aparición del grupo Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (PEGIDA), que tiene su origen en 2014 en Dresde, Sajonia. Sin embargo, la AfD es el primer partido de derecha radical alemán que consigue consagrarse y obtener representación en el Bundestag. Algo funciona de forma distinta en el partido dirigido por Alice Weidel.
¿Por qué la AfD obtiene mejores resultados en Alemania del Este?
En primer lugar, es relevante destacar que la AfD no es un partido regionalista y que, a pesar de que sus resultados sean destacadamente mejores en el Este, ha obtenido representación en casi todos los parlamentos regionales del país. Por ejemplo, Alice Weidel, líder del partido y candidata a la Cancillería por la AfD, es de la zona occidental. Por lo tanto, el argumento de que el partido tiene sus raíces, representantes y estructura en el este quedaría descartado.
Algunos autores presentan como posible explicación un resentimiento por cómo se ha dado el proceso de integración. El partido representaría unos valores asociados a un chovinismo cultural que serviría como estructura de un discurso de compensación y canalizaría el resentimiento sobre los cambios que se han producido. El chovinismo cultural se entiende como la creencia de la superioridad de los valores y cultura nacionales por encima de las foráneas.
De esta forma, explotarían un sentimiento latente bajo el cual los ciudadanos del Este se sienten tratados como ciudadanos de segunda categoría. En un momento de globalización y transformación del mercado laboral, la AfD sirve como freno de un proceso donde los alemanes del este se han sentido históricamente como perdedores.
Frente a este argumento, otros autores han constatado que el voto a AfD no entiende de economía. El partido es votado sin existir una relación con las clases sociales. Además, la tasa de desempleo tiene un efecto negativo en el voto a esta derecha radical, es decir, en zonas de mayor desempleo hay menos voto a la AfD. En cambio, la edad tiene un efecto positivo y mucho mayor en el Este que en el Oeste. Los resultados presentados por Hansen y Olsen estiman que el porcentaje de población mayor de 59 años tuvo un efecto positivo en el voto a la AfD en las elecciones de 2021.
Entonces nos encontramos que la explicación populista del voto a la AfD tiene sentido teórico. No tanto como resultado de una situación material de los votantes de la AfD, sino de la articulación de una identidad, ya que son las personas más mayores las que tienen mayor probabilidad de votar a la AfD en el Este, mientras que en el Oeste este efecto es mucho más moderado.
Además del populismo, la otra gran dimensión ideológica y que actúa de ideología gruesa de los partidos de derecha radical en la concepción de Cas Mudde es el nativismo.
Esta explicación populista, del resentimiento del pueblo contra las élites, concuerda con otros aspectos. Die Linke (La izquierda) ha sido históricamente un partido que ha representado precisamente ese resentimiento hacia el proceso de integración. Siempre ha obtenido mucho mejores resultados en el Este, particularmente en Berlín. A pesar de ello, en los últimos años Die Linke ha participado en gobiernos regionales y en 2021 apoyó la coalición del gobierno federal. Por otro lado, la AfD se encuentra ante un cordón sanitario formado por el resto de partidos.
Estos hechos hacen comprensible una articulación más creíble del populismo por parte de la AfD, mientras que el Die Linke pueda haber perdido cierta credibilidad en esta línea. Muchos de los votantes de la AfD (60%) habían alegado una mayor desconfianza hacia el resto de partidos que una convicción profunda en la propia AfD. También los alemanes del Este presentan mucho menor grado de identificación partidista, cosa que facilita apostar por nuevas opciones. Además del populismo, la otra gran dimensión ideológica y que actúa de ideología gruesa de los partidos de derecha radical en la concepción de Cas Mudde es el nativismo.
Los orígenes de la AfD fueron los de un partido euroescéptico y más moderado. Fue en 2015, con cambios en la estructura de partido y con la cuestión del euro más fuera del terreno, donde la AfD empezó a centrarse en la cuestión migratoria.
Si bien es cierto que el populismo como ideología sirve para articular y acompañar el discurso, este no parece el principal factor del éxito del partido. A lo que debemos atender es al grado de nativismo, y esto aplica a ambas partes del país. En Alemania del Este se observan mayores niveles de nativismo y esto conectaría con la mayor demanda de partidos de derecha radical y movimientos de extrema derecha.
Las razones detrás de este fenómeno implican cierta perspectiva histórica. Las tasas de inmigración hacia la República Democrática de Alemania fueron sustancialmente bajas en comparación a las de la República Federal de Alemania. Estudios han apuntado a que los partidos de derecha radical lo hacen mejor en zonas con un incremento en la población migrada, podría ser que un crecimiento que se diera dio de forma más abrupta después del proceso de reunificación estuviera detrás esos niveles de nativismo. No parece ser así.
De nuevo, la explicación podría tener más que ver con el miedo al cambio que no como consecuencia de las circunstancias, ya que el grado de población extranjera no correlaciona en ninguna de las dos partes con el voto a la AfD.
Lo que vemos detrás del voto a la AfD es que la explicación de su mayor impacto en Alemania del Este tiene que ver con las experiencias en la socialización. Los alemanes del Este que eran adultos cuando se dio el proceso de reunificación presentan diferencias mucho mayores con los alemanes occidentales que los jóvenes que se han socializado con Alemania tal y como la conocemos. Si estuviésemos, como parece, ante un efecto cohorte, el paso de los años debería atenuar estas diferencias.