Dicen que no se puede hacer diplomacia con una cerveza en la mano… pues parece ser mentira.
La Diplomacia de la Cerveza es una forma de diplomacia cultural mediante la cual los países promueven su identidad nacional a través de elementos gastronómicos con gran carga simbólica. En el caso de la República Checa (Chequia), se ha convertido en una estrategia cada vez más estructurada para reforzar su imagen internacional, crear vínculos multilaterales y posicionarse como líder cultural en el corazón de Europa.

Esta práctica aprovecha el prestigio centenario de la cerveza lager checa, concretamente el estilo pilsner. No solo como producto de exportación, sino como embajadora cultural en eventos diplomáticos, ferias internacionales y relaciones intergubernamentales.

Eso sí, ¿hasta qué punto puede una jarra bien servida influir en Bruselas, suavizar políticas o mejorar la reputación de un país? La respuesta es más compleja (y más interesante) de lo que parece.

Una estrategia estructurada de influencia blanda

Durante los últimos años, Chequia ha consolidado una serie de iniciativas institucionales que buscan proyectar su identidad cervecera más allá de sus fronteras. Desde 2019, el Ministerio de Agricultura organiza encuentros anuales donde maestros cerveceros de distintos países, entre ellos Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Australia, se sumergen en la tradición cervecera checa, desde el cultivo del lúpulo Saaz hasta el método de lagerización y el servicio del tiraje perfecto. 

Estas formaciones no son meramente técnicas: se entienden como un canal de intercambio cultural y promoción diplomática, en la línea de lo que se conoce como gastrodiplomacia, una estrategia de política exterior que utiliza la comida y bebida como medio para construir vínculos y mejorar la percepción internacional de un país. El ejemplo más citado es el de Tailandia, que a partir de 2002 impulsó un ambicioso programa para abrir miles de restaurantes tailandeses en el extranjero bajo una marca nacional coherente, combinando promoción gastronómica con proyección de valores culturales.

En paralelo, los checos han asumido un papel protagonista en el Parlamento Europeo mediante la reactivación del Beer Club, un grupo informal de eurodiputados que promueve la cultura cervecera como parte del patrimonio europeo común. Bajo su liderazgo, este grupo ha planteado propuestas como declarar el mes de octubre como el “Mes Europeo de la Cerveza” a partir de 2025, y ha defendido ante instituciones comunitarias la distinción normativa entre la cerveza y los licores de alta graduación. La intención es doble: proteger al sector de regulaciones uniformes y, al mismo tiempo, fomentar la valoración de la cerveza como elemento identitario compartido entre varios países de la UE.

Esta ofensiva cultural también se ha desplegado en escenarios menos formales. Embajadas checas, centros culturales y eventos multilaterales han incorporado la cerveza como componente clave de sus programas de diplomacia pública. Ejemplos como la “Noche Checa” organizada por el Instituto para la Diplomacia Cultural en Berlín, que incluyó degustaciones de cerveza, cine nacional y conferencias sobre historia checa, muestran cómo se emplea la cerveza como vehículo para construir afinidades entre públicos diversos. A ello se suma el trabajo de la red Czech Centres, presentes en más de 25 países, que han ampliado su oferta de actividades en torno a la cultura cervecera.

Por supuesto, este enfoque no es solo simbólico. Las exportaciones de cerveza checa han alcanzado cifras récord: en 2024 se superaron los 5,7 millones de hectolitros, con mercados destacados en Alemania, Eslovaquia, Polonia o Canadá. Al convertir su tradición cervecera en una plataforma diplomática, Chequia no solo gana visibilidad, sino también resiliencia económica.

Consecuencias e impacto en la imagen de Chequia hacia la UE


1. Fortalecimiento del sector y posicionamiento económico

Uno de los principales efectos positivos es el fortalecimiento del tejido económico ligado a la cerveza. A través de su uso diplomático, Chequia ha logrado ampliar su base de exportación, diversificar sus mercados y atraer atención hacia su industria cervecera como un emblema de calidad. Esto también favorece a pequeños productores, quienes se benefician del prestigio internacional del «lager checo auténtico» como marca colectiva. Además, el liderazgo en plataformas como el Beer Club permite a los actores checos influir en regulaciones que podrían afectar negativamente al sector, asegurando un entorno normativo más favorable.

2. Mejora de la imagen cultural y cohesión europea

A nivel de proyección internacional, la Diplomacia de la Cerveza contribuye a perfilar a la República Checa como un país con una identidad rica, abierta al diálogo intercultural y comprometida con los valores comunes de la UE. Su defensa del patrimonio gastronómico, lejos de ser un nacionalismo excluyente, se convierte en una propuesta integradora: invita a otros países a compartir, aprender y valorar las raíces culturales en un entorno informal y amistoso. La iniciativa encaja bien en una Europa que promueve la diversidad cultural como uno de sus pilares fundacionales, y contribuye a reforzar el sentido de pertenencia comunitaria a través de símbolos cotidianos.

3. Consideraciones geopolíticas y diplomacia regional

Desde el punto de vista geopolítico, la diplomacia cervecera refuerza los lazos con países vecinos como Alemania, Polonia y Eslovaquia, con quienes Chequia comparte tanto tradición cervecera como intereses comerciales. Al liderar foros temáticos dentro del Parlamento Europeo, el país también gana visibilidad política, algo especialmente relevante para una nación de tamaño medio que busca aumentar su peso diplomático sin recurrir a discursos polarizantes.

No obstante, deberá evitar que este tipo de estrategias se vean como evasivas frente a desafíos más estructurales como la seguridad energética, la digitalización o la defensa del Estado de derecho. La cerveza puede ser una herramienta eficaz de diplomacia, pero no sustituye una política exterior completa.

4. Riesgos y contradicciones internas

Sin embargo, no todo son efectos positivos. Uno de los principales retos es el riesgo de banalización o estereotipación: al centrar gran parte de su estrategia diplomática en torno a la cerveza, el país podría ser percibido de manera reduccionista, reforzando clichés como el del “país de bebedores” y perdiendo oportunidades para proyectar otras dimensiones culturales, científicas o tecnológicas.

Asimismo, existe una tensión interna entre el uso de la cerveza como símbolo diplomático y las preocupaciones sanitarias ligadas al consumo excesivo de alcohol. Estudios recientes han advertido del elevado coste económico y social del alcoholismo en Chequia, estimado entre 30.000 y 50.000 millones de coronas al año (entre 1.200 y 2.000 millones de €), frente a ingresos fiscales relativamente bajos provenientes del sector cervecero. Esto ha generado un debate interno sobre cómo equilibrar promoción cultural, responsabilidad social y salud pública.

En conclusión, la República Checa ha convertido su herencia cervecera en una herramienta moderna de diplomacia cultural, generando visibilidad internacional, influencia política y beneficios económicos. La Diplomacia de la Cerveza, lejos de ser una anécdota, se configura como una estrategia sofisticada de proyección de identidad, que combina tradición con liderazgo institucional.

Aunque enfrenta desafíos, como el equilibrio entre imagen internacional y problemas de salud pública o el riesgo de quedar encasillada en una narrativa folclórica, su ejecución ha sido efectiva en fortalecer la posición de Chequia como un actor culturalmente influyente dentro de Europa. En un mundo diplomático cada vez más simbólico, saber servir una cerveza no solo es hospitalidad: puede ser política exterior.

Autor

Hola 👋
¿Otra partida?

Únete para no perderte ninguno de los movimientos del juego.

¡No hacemos spam! Lee nuestra política de privacidad para obtener más información.

por Alejandro Muriel García

Polítologo con formación en Cooperación Internacional al Desarrollo. Interesado en el aspecto más internacional de la política. Más interesado aún en la región MENA (Middle East and North Africa).

Deja una respuesta