
Tras dos intensas jornadas de deliberaciones en la Capilla Sixtina, marcadas por una profunda reflexión sobre los desafíos contemporáneos de la Iglesia y del mundo, el Colegio Cardenalicio alcanzó finalmente el consenso necesario para elegir al sucesor de Francisco. En la cuarta votación del cónclave iniciado el 7 de mayo de 2025, el cardenal estadounidense Robert Francis Prevost, prefecto del Dicasterio para los Obispos, fue elegido como el nuevo Pontífice, tomando el nombre de León XIV.
Su elección, ocurrida tras un cónclave breve, pero intenso, llega en un momento de creciente tensión internacional, fracturas ideológicas y profundas crisis humanitarias. León XIV, el primer papa estadounidense en la historia, hereda no solo la dirección espiritual de más de mil millones de católicos, sino también un rol geopolítico que trasciende las fronteras del Vaticano. Su perfil, marcado por una trayectoria misionera en América Latina y una formación académica sólida, sugiere un liderazgo que combinará la diplomacia vaticana tradicional con un enfoque pragmático y pastoral.
El papado como actor geopolítico: una mirada histórica
Desde los primeros siglos del cristianismo, la figura del papa ha sido central en la configuración del poder y la diplomacia global. Aunque el poder temporal de los papas ha menguado desde el siglo XIX, su influencia moral y diplomática sigue siendo de una relevancia notoria. Durante la Guerra Fría, por ejemplo, Juan Pablo II jugó un papel clave en la caída del comunismo en Europa del Este, especialmente a través de su apoyo al movimiento Solidaridad, en su natal Polonia. Benedicto XVI, con un perfil más doctrinal, reforzó el papel del Vaticano como defensor de valores tradicionales frente a la secularización global.
Por otro lado, Francisco, el predecesor inmediato de León XIV, reformuló esta influencia apostando por una diplomacia de “puentes” más que de “muros”. Bajo su mandato, el Vaticano medió discretamente en el restablecimiento de relaciones entre Cuba y Estados Unidos, promovió la justicia climática, y se convirtió en un actor relevante en foros multilaterales. Además, se mostró claramente contrario al conflicto, expresando en varias ocasiones su solidaridad con el pueblo ucraniano y palestino. Su orientación latinoamericana y su sensibilidad hacia los pueblos del sur global marcaron una etapa de apertura y reforma, tanto dentro como fuera de la Iglesia.
¿Quién es León XIV?
Nacido en Chicago en 1955, Robert Prevost es miembro de la Orden de San Agustín y cuenta con una trayectoria que combina la gestión eclesiástica con una fuerte presencia internacional, especialmente en América Latina. Sirvió como misionero y obispo en Perú, donde se ganó el respeto de comunidades locales por su compromiso con la justicia social, el diálogo intercultural y la promoción de los derechos humanos. Antes de su elección como papa, era prefecto del Dicasterio para los Obispos, un puesto clave desde el que supervisaba los nombramientos episcopales en todo el mundo.
Su elección representa no solo una transición generacional, sino también un giro significativo hacia una visión más diplomática y pastoral del liderazgo papal. En sus primeras homilías, León XIV ha hecho énfasis en “la necesidad de paz en un mundo desgarrado”, “la dignidad de cada migrante y refugiado” y “la defensa del medio ambiente como imperativo moral”. En un mensaje pronunciado en su misa de inicio de pontificado, declaró: “La Iglesia no puede ser neutral ante el sufrimiento. Su voz debe ser, hoy más que nunca, una brújula ética para las naciones.”
Estos gestos sugieren un pontificado que, aunque probablemente mantendrá la línea reformista de Francisco, podría otorgar mayor protagonismo a la diplomacia vaticana como instrumento de reconciliación en escenarios de conflicto.
Perspectivas geopolíticas del pontificado de León XIV
León XIV asume el papado en un contexto de realineamientos geopolíticos y guerras abiertas. La invasión rusa de Ucrania, las crecientes tensiones en Oriente Medio, el auge de regímenes autoritarios y el deterioro del multilateralismo plantean desafíos complejos para cualquier actor internacional, incluida la Santa Sede.
Una de las primeras pruebas para el nuevo Papa será la redefinición de la relación con China. El acuerdo entre el Vaticano y Pekín sobre el nombramiento de obispos ha generado críticas tanto internas como externas. El Acuerdo Provisional entre la Santa Sede y la República Popular China fue firmado en 2018 y renovado en 2020, 2022 y 2024. Se desconoce el contenido exacto del acuerdo, sin embargo, fuentes vaticanas coinciden en que el punto central es el nombramiento de obispos católicos en China.
En este sentido, El Vaticano se reserva la última palabra en la aprobación de obispos que propone China para su propio territorio. Sin embargo, han sido varias las ocasiones donde el acuerdo se ha incumplido. En primer lugar, las autoridades chinas han designado obispos sin el consentimiento del papa, tal fuel el caso de John Peng Weizhao en 2022. Además, el gobierno chino ha continuado censurado la religión católica china, deteniendo y “reeducando” a varios obispos y sacerdotes leales a Roma.
Asimismo, su experiencia latinoamericana podría reforzar la mediación en crisis como la de Nicaragua, donde el gobierno ha intensificado la persecución a la Iglesia, o Venezuela, donde la Santa Sede ha actuado como canal de comunicación informal en procesos de diálogo político.
También se espera que el nuevo pontífice juegue un papel más activo en los temas globales relacionados con el cambio climático y la migración. La continuidad de la encíclica Laudato Si’, y su integración en las discusiones de la COP y otras cumbres internacionales, podría ampliarse bajo su liderazgo. Con Estados Unidos enfrentando debates internos sobre inmigración, derechos sociales y política exterior, la posición de un papa estadounidense será observada con atención tanto en Washington como en Bruselas, Moscú o Pekín.
Un liderazgo espiritual con resonancia global
La elección de León XIV inaugura una etapa incierta pero prometedora para la Iglesia Católica y su papel en el mundo. Con una biografía marcada por el compromiso social y la experiencia misionera, y con una visión que combina pastoralidad y estrategia diplomática, el nuevo Papa podría convertirse en una voz moral clave en el debate global.
En un mundo que demanda liderazgos éticos frente a la fragmentación política y la desigualdad, León XIV tiene ante sí el reto de renovar el papel del Vaticano como actor geopolítico relevante, sin perder de vista su esencia espiritual. Su pontificado apenas comienza, pero ya despierta expectativas entre fieles, líderes políticos y analistas internacionales.