
Polonia y sus ciudadanos enfrentan este domingo una segunda vuelta decisiva para el rumbo del país y su relación con la Unión Europea. Si bien quien está al mando del país es el primer ministro, el presidente sigue siendo un actor clave a la hora de enfrentar los desafíos políticos.
La figura del presidente en Polonia
En Polonia, la figura política más importante no es el presidente, sino el primer ministro, elegido por el parlamento tras las elecciones legislativas. De todas formas, los comicios de este domingo son de vital importancia, llegando a ser considerados por algunos medios como las más relevantes de su historia democrática. Esto se debe a que el presidente, aunque sean pocos sus poderes, tiene gran influencia, pues es capaz de vetar leyes, nombrar jueces embajadores y, finalmente, dictar en política exterior, una competencia muy relevante hoy en día.
Para acabar de comprender la importancia de estos comicios tenemos que viajar a 2023, año de las elecciones parlamentarias. Tras estas, Donald Tusk fue capaz de poner fin a ocho años de gobierno del partido Ley y Justicia (PiS), duramente criticado por socavar la independencia judicial, llevar a cabo acciones de censura y atacar los derechos de distintas minorías. El objetivo de Tusk era claro por entonces: reconducir a Polonia a la vía democrática, descongelando así decenas de miles de millones de euros que la Unión Europea les había bloqueado.
Sin embargo, la cosa no ha sido sencilla para Tusk, quien ha tenido que enfrentar como presidente a Andrzej Duda, muy vinculado al PiS. Si bien sabemos que los poderes del presidente son pocos, tiene cierta facilidad para frenar la actividad política. En pocas palabras, Duda ha sido capaz de bloquear varias decenas de leyes, torpedeando las intenciones de Tusk. Mientras muchas de las promesas de Tusk siguen sin cumplirse, la llegada de un presidente mucho más amable a las intenciones del primer ministro se ha convertido en una cuestión clave para el país y para la Unión Europea.
La primera vuelta y sus protagonistas
Volviendo ya a los comicios presidenciales, podemos enfocarnos en la primera vuelta. Esta, organizada el 18 de mayo, dio lugar a un resultado incluso más ajustado de lo esperado, enfatizando la gran división que sufre el país. El vencedor fue Rafal Trzaskowski, alcalde centrista de Varsovia, con un 31.4% de los votos. Le siguió de muy cerca Karol Nawrocki, el candidato vinculado al PiS, con un 29.5%. Dado que ninguno obtuvo los números requeridos, se enfrentan ahora en la segunda vuelta.
Este domingo los polacos tendrán que debatirse entre dos personalidades completamente distintas. Mientras que Trzaskowski sigue la línea de Tusk, con una visión europeísta y reformista, Nawrocki se posiciona junto al PiS, poniendo el foco en los inmigrantes, los “valores woke” y su admiración por Donald Trump, presente ya en cualquier tipo de elecciones.
El cuadro es todavía más complejo de lo que parece, pues Nawrocki no es el único candidato considerado como de derecha radical. De hecho, en tercer lugar y con un destacable 14.8% de los votos tenemos a Slavomir Mentzen, libertario, crítico con la UE y con especial atención a los refugiados ucranianos.
En cuarto lugar tenemos a Grzegorz Braun, que abandonó el partido de derecha radical Confederación, y que se llevó el 6.3% de los votos. En pocas palabras, los partidos de derecha radical han sido capaces de atraer a un poco más del 50% de los ciudadanos. La situación ha sido por tanto complicada para Trzaskowski, que con el voto de los de izquierdas no se asegura la victoria este domingo.
Posibles escenarios
Respecto a qué puede ocurrir este 1 de junio, mejor no abrir la boca, pues los sondeos apuntan a un empate perfecto entre ambos contendientes. Una de las encuestas más recientes apunta a que Trzaskowski obtendría el 45.7% de los votos, mientras que Nawrocki llegaría al 44.9%. Teniendo en cuenta que la cifra de indecisos es todavía del 7.8% y el margen de error de las encuestas, es imposible asegurar quién puede ser el vencedor.
Visto lo apretada que está la carrera, lo único que podemos hacer es reflexionar sobre los dos escenarios posibles, tratando de discernir el futuro de Polonia dependiendo de quién acabe ganando este domingo.
Como ya se ha destacado, el mejor escenario para Tusk sería la victoria de Trzaskowski. Sin embargo, incluso en este caso, es necesario ser precavidos, pues es probable que el futuro de Tusk siga siendo complicado. El primer ministro alcanzó el poder gracias a una coalición en la que es posible encontrar conservadores, liberales, socialdemócratas y verdes, una relación a muchas bandas y constantemente dividida.
Mientras Duda ha ostentado el cargo de presidente, Tusk ha sido más hábil a la hora de disimular sus problemas internos (si bien ya solo un 39% de los polacos aprueban su gobierno). Sin embargo, si su deseo de un presidente afín se cumple, es probable que los ojos comiencen a posarse en su coalición y las crisis sean cada vez más graves. En definitiva, incluso con Trzaskowski como presidente, la misión de Tusk sigue siendo titánica y habiendo consumado ya la mitad de la legislatura.
El segundo escenario, una victoria de Nawrocki, sería ya directamente catastrófico, pues dejaría el camino abierto al retorno del PiS en 2027, el año de las elecciones parlamentarias. La derrota presidencial empujaría a los socios de Tusk a preguntarse si está valiendo la pena la coalición, incrementando los incentivos a bajarse del barco antes de tiempo. De hecho, Tusk comenzaría a recordar con nostalgia a Duda, con quien la relación ha sido más que complicada, pero siempre siendo necesario destacar que el presidente cortó con los del PiS en diversos temas. Si Duda ya era complicado, Nawrocki ya es imposible de tratar.
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