
Portugal, tradicionalmente considerado un ejemplo de estabilidad institucional en el sur de Europa, atraviesa desde 2022 un ciclo de inestabilidad política sin precedentes. Este 18 de mayo, los ciudadanos están llamados de nuevo a las urnas, por tercera vez en apenas tres años. ¿Está Portugal atrapado en un bucle electoral sin salida? ¿Será esta elección el comienzo de una nueva era o simplemente otro episodio de una crisis que no termina?
Contexto: la nueva inestabilidad lusa
Todo comenzó con la ruptura de la llamada geringonça, una inusual alianza de izquierdas que permitió al socialista António Costa llegar al poder en 2015 con apoyo externo del Bloco de Esquerda y de la CDU (coalición entre comunistas y verdes). Aunque muchos dudaban de su viabilidad, la geringonça funcionó razonablemente bien durante años de crecimiento económico y estabilidad, renovándose parcialmente tras las elecciones de 2019.
Sin embargo, las diferencias ideológicas entre los socios afloraron con fuerza en 2021, cuando el PCP rechazó los presupuestos presentados por el gobierno. Costa, sin apoyos suficientes en el Parlamento, convocó elecciones anticipadas en enero de 2022. Contra todo pronóstico, el Partido Socialista logró una mayoría absoluta con el 42,5 % de votos. Por un lado, se vió impulsado por un voto estratégico motivado por el temor a Chega y el castigo a los partidos de la geringonça por generar inestabilidad. A su vez, Costa se vio beneficiado con la pérdida de votos del PSD hacia los liberales y la derecha radical. Como resultado, los socialistas obtuvieron la mayoría de los votos en todos los distritos electorales del territorio continental por primera vez, logrando así su segunda mayoría absoluta y el cuarto mayor porcentaje de votos en su historia.
La tranquilidad, no obstante, duró poco. En 2023, Costa dimitió tras conocerse una investigación judicial relacionada con adjudicaciones de contratos para la explotación de litio. Aunque más tarde se aclaró que la implicación del primer ministro había sido un error (el “Costa” investigado era otra persona con el mismo apellido), el daño político fue irreversible. El presidente Marcelo Rebelo de Sousa ya había disuelto el Parlamento y convocado nuevas elecciones, celebradas en marzo de 2024.
En esos comicios, el empate fue casi perfecto. La Alianza Democrática (centroderecha), liderada por el PSD de Luís Montenegro, superó al PS por apenas dos escaños. Aunque Montenegro no alcanzó la mayoría absoluta y se negó a pactar con el partido de derecha radical Chega, logró formar gobierno gracias a la abstención del PS.
Pero el nuevo ejecutivo duró menos de un año. A comienzos de 2025, saltó un escándalo que señalaba a Spinumviva, una empresa de consultoría creada por Montenegro antes de su entrada en política. A pesar de haber transferido su gestión a su familia, diversos contratos con empresas beneficiarias de concesiones estatales y operaciones inmobiliarias levantaron sospechas sobre un posible conflicto de intereses. La oposición exigió explicaciones. Tras perder una moción de confianza el 11 de marzo, Montenegro presentó su dimisión. Rebelo de Sousa, ante la imposibilidad de proponer una alternativa con mayoría parlamentaria, optó por convocar elecciones anticipadas para el 18 de mayo.
¿Quiénes son los candidatos?: nuevas elecciones, viejas caras
Alianza Democrática (PSD + CDS-PP)
La Alianza Democrática (AD) es la coalición de centroderecha liderada por Luís Montenegro, actual primer ministro en funciones. Está compuesta por el Partido Social Demócrata (PSD) y el Centro Democrático Social – Partido Popular (CDS-PP), y cuenta con el respaldo de varios independientes. Aunque se presenta como una novedad, este bloque tiene raíces históricas: recupera el nombre de la antigua coalición que ya gobernó Portugal en los años ochenta, bajo el liderazgo de Francisco Sá Carneiro.
El PSD, pese a su nombre, es en realidad un partido de centro-derecha liberal-conservador. Fundado en 1974, fue una de las formaciones protagonistas de la transición democrática tras la Revolución de los Claveles. Alternando el poder con el Partido Socialista desde los años ochenta, el PSD ha gobernado en diferentes momentos bajo líderes como Aníbal Cavaco Silva (1985–1995), José Manuel Durão Barroso (2002–2004) o Pedro Passos Coelho (2011–2015), quien aplicó una dura política de austeridad tras la crisis financiera.
El CDS-PP, por su parte, es un partido democristiano fundado en 1974, tradicionalmente más conservador en lo moral y liberal en lo económico. Ha sido socio habitual del PSD en gobiernos de coalición, aunque desde 2019 atraviesa una crisis de representación. En 2022 se quedó fuera del Parlamento, pero en 2024 volvió gracias a la alianza con el PSD.
Inicialmente, la alianza incluía también al Partido Popular Monárquico (PPM), pero en marzo de 2025 esta formación rompió con la coalición por desacuerdos sobre la composición de las listas para las elecciones anticipadas. Como resultado, el nombre legal de la coalición pasó a ser “AD – coalición PSD/CDS”, que incluye además un acuerdo puntual con el Partido de la Tierra (MPT), de orientación ecologista.
La Alianza Democrática fue la más votada en 2024, aunque sin mayoría absoluta. Su líder, Luís Montenegro, gobierna desde abril de ese año, pero su mandato ha estado marcado por el escándalo de Spinumviva y la falta de apoyos parlamentarios estables. Pese a su caída, Montenegro se presenta de nuevo como candidato, intentando revalidar su liderazgo sin depender de Chega.
Partido Socialista (PS)
El Partido Socialista (PS) es la gran fuerza de centroizquierda en Portugal. Fundado en 1973 por exiliados portugueses en Alemania, el PS ha sido uno de los pilares del sistema político nacido tras la Revolución de los Claveles. A lo largo de su historia ha gobernado en múltiples ocasiones y ha sido clave en la consolidación de Portugal como una democracia parlamentaria dentro de la Unión Europea.
Mário Soares fue el primer presidente civil de la democracia portuguesa, y su legado marcó el perfil europeísta y reformista del partido. En las décadas posteriores, como ya se ha destacado, el PS ha alternado el poder con el PSD, destacando etapas como la de António Guterres (1995–2002), actual secretario general de Naciones Unidas, o la de José Sócrates (2005–2011), cuyo mandato terminó bajo la sombra de un rescate financiero y, más tarde, de casos de corrupción.
La etapa más reciente ha estado marcada por el liderazgo de António Costa, que gobernó entre 2015 y 2023 con el apoyo de la ya mencionada geringonça. Tras su marcha, el PS emprendió una renovación interna y eligió como nuevo líder a Pedro Nuno Santos, exministro de Infraestructuras y rostro destacado del ala más progresista del partido. Bajo su dirección, los socialistas aspiran a recuperar el gobierno. Su gran desafío será recomponer la relación con sus antiguos aliados sin volver a cometer los errores del pasado.
Chega!
Chega! (“¡Basta!”) es el partido más disruptivo del panorama político portugués. Fundado en 2019 por André Ventura, exmilitante del PSD y comentarista televisivo, representa la irrupción de la derecha radical en un país que, hasta hace poco, era una excepción en Europa occidental. En apenas cinco años, Chega ha pasado de ser una fuerza marginal a convertirse en la tercera formación del país, con 50 escaños obtenidos en las elecciones de 2024.
Su discurso mezcla el populismo punitivo con el nacionalismo identitario. Ventura defiende penas más altas, “mano dura” contra la corrupción, críticas a la inmigración y una retórica permanente contra las “élites políticas”. También ha arremetido contra los gitanos y otras minorías, lo que le ha valido numerosas denuncias por discurso de odio.
Chega se presenta como la voz de los “portugueses olvidados” y ha conseguido movilizar a sectores abstencionistas, especialmente en zonas deprimidas y entre votantes desencantados con el sistema. En 2024, capitalizó el desgaste de los partidos tradicionales y su crecimiento fue clave para acabar con la tradicional polarización entre PS y PSD.
Sin embargo, desde entonces ha sufrido varios escándalos internos. Uno de sus concejales fue acusado de prostituir a un menor y otro de robar maletas en un aeropuerto y vender su contenido en plataformas digitales usando su correo oficial. Estos casos han empañado la imagen del partido justo antes de las elecciones de 2025.
Pese a ello, Chega sigue siendo un actor central. Aunque Montenegro ha reiterado que no pactará con ellos, parte del PSD presiona para romper ese cordón sanitario. Si el resultado de la derecha no alcanza la mayoría, la presión para abrirse a acuerdos con Ventura podría aumentar. Por ahora, Chega espera consolidarse como la “alternativa antisistema” en un Parlamento cada vez más fragmentado.
Otros partidos: Iniciativa Liberal y la izquierda de la geringonça
Además de los tres grandes bloques, el Parlamento portugués alberga una serie de partidos menores que, aunque no dominan la escena, pueden resultar decisivos en la formación de mayorías.
Uno de ellos es Iniciativa Liberal (IL) un partido liberal clásico, fundado en 2017 y que promueve una agenda marcadamente promercado: reducción del gasto público, bajadas de impuestos, menos burocracia y una economía más desregulada. Está liderado por Rui Rocha y, desde 2019, ha ido ganando algo de peso, obteniendo ocho escaños en 2024. Aunque más cercano al PSD, mantiene una identidad propia y rechaza frontalmente cualquier acuerdo con Chega, a quien considera incompatible con la democracia liberal.
En el otro extremo del espectro ideológico están los partidos que formaron la antigua geringonça: el Bloco de Esquerda (BE) y la Coalición Democrática Unitaria (CDU), integrada por el Partido Comunista Portugués (PCP) y Los Verdes.
El Bloco de Esquerda, fundado en 1999, combina sensibilidades de izquierda radical, feminismo, ecologismo y defensa de los derechos LGTBI. Fue clave en el apoyo a Costa entre 2015 y 2019, pero su negativa a respaldar los presupuestos de 2021 precipitó el fin de la geringonça. Actualmente, atraviesa una fase de repliegue, pero espera crecer a costa del desgaste del PS.
La CDU, liderada por el PCP, es una formación histórica de la política portuguesa. Aunque el comunismo ya no goza del respaldo popular de décadas anteriores, mantiene un electorado fiel en regiones como el Alentejo. La ruptura con los socialistas en 2021 también les pasó factura, pero su oposición frontal, mucho más dura que la del PS, al escándalo Montenegro podría darles un modesto impulso en 2025.
A estos se suman Livre, partido ecologista y europeísta liderado por Rui Tavares, y PAN (Personas-Animales-Naturaleza), centrado en el bienestar animal. Aunque tienen una representación testimonial (cuatro y un escaño, respectivamente), podrían convertirse en votos clave en un Parlamento dividido.
El tablero político portugués: ¿Qué va a pasar ahora?
La campaña ha estado marcada por un clima de escepticismo generalizado. Tras tres elecciones en tres años y dos primeros ministros que han caído en medio de escándalos, buena parte del electorado portugués percibe que el sistema político es incapaz de ofrecer estabilidad. Todos los partidos se acusan mutuamente de provocar el bloqueo, mientras el país vuelve a votar sin un horizonte claro. Las propuestas concretas han existido (como las promesas de Montenegro sobre pensiones, salarios públicos o inmigración), pero en gran medida han quedado eclipsadas por la sensación de que, gane quien gane, gobernar seguirá siendo extremadamente difícil.
Las encuestas reflejan esa incertidumbre. La mayoría coinciden en que la AD oscila entre el 27 % y el 34 % de los votos, mientras que el PS entre el 26 % y el 31 %. Un escenario que no garantiza la gobernabilidad en ninguno de los casos. Y es que la clave no será quién gane, sino quién pueda gobernar. Ni AD ni PS se acercan a una mayoría absoluta, y los posibles pactos están rodeados de líneas rojas. Montenegro insiste en no pactar con Chega, que, pese a los escándalos, podría alcanzar el 17 % o 18 % de los votos y convertirse en árbitro de la legislatura. Sin embargo, hasta ahora, ningún actor relevante se ha mostrado dispuesto a abrirle la puerta al poder. Pedro Nuno Santos, por su parte, tampoco lo tiene fácil: los antiguos aliados del PS, como el Bloco de Esquerda y la CDU, están debilitados y distanciados, lo que complica la reedición de una geringonça.
La incertidumbre es máxima. La posibilidad de un nuevo gobierno en minoría, con apoyos frágiles y negociaciones ley por ley, parece cada vez más real. También lo es el riesgo de un nuevo bloqueo institucional, que obligue a Marcelo Rebelo de Sousa a intervenir de nuevo como árbitro. El presidente ya ha advertido que solo aceptará nombrar a un primer ministro con respaldo parlamentario claro. Si nadie lo consigue, unas cuartas elecciones anticipadas no pueden descartarse.
En conclusión, Portugal llega a esta cita con las urnas en un estado de agotamiento democrático. Las promesas pesan menos que las dudas, y la gobernabilidad parece más incierta que nunca. En este contexto, las claves no estarán solo en los porcentajes, sino en la capacidad real de formar mayorías, resistir la fragmentación y devolver al país un mínimo de estabilidad institucional.