
El domingo 1 de junio es uno de los días con más actividad electoral en muchos años. Eso sí, el caso mexicano no será como el resto de las elecciones de esta jornada. De hecho, no será como ninguna elección que se haya visto en la historia reciente. Los Estados Unidos Mexicanos votarán a todo su sistema judicial al completo, desde los magistrados locales hasta los miembros del Tribunal Supremo. Todo ello, en una fecha electoral marcada por ser una “cita a ciegas” con la democracia.
Por qué se vota a todos los jueces
Aunque en algunos municipios también se elegirán a ciertos cargos locales, todos los ojos estarán puestos en la elección de los más de 2.000 jueces que compondrán el nuevo sistema judicial mexicano. De esos 2.000, 800 se elegirán este año, mientras que el resto tendrán que esperar a 2027, pues la reforma se lleva a cabo de forma escalonada para evitar inconvenientes e integrar de forma adecuada a los jueces y magistrados al circuito judicial.
Esta votación culminará un proceso de reforma ansiado por el partido gobernante, MORENA, desde los días del antiguo presidente, Andrés Manuel López Obrador. Ha sido en esta nueva legislatura con Claudia Sheinbaum al frente que, finalmente, el partido ha contado con la supermayoría necesaria para reformar la Constitución a su gusto. Para ello, se cuenta con el apoyo del Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México
Tanto la elección como la reforma están siendo sujeto de críticas y hacen que, como poco, se contenga la respiración. Al mismo tiempo, parecía claro que México necesitaba avanzar de alguna manera en una reforma judicial. En la actualidad, este poder del Estado es el más alejado para la ciudadanía, pues no sólo es inaccesible para muchos de ellos, sino que además está visto como sumamente corrupto por la mayoría de los mexicanos.
Es por ello que la ciudadanía ve con buenos ojos la reforma judicial y todo lo que ella conlleva. Además, claro, porque lleva el sello de la presidenta Sheinbaum, que ha promovido la ley en un intento de “fortalecer la democracia del país”. En este caso, 2 de cada 3 mexicanos están de acuerdo con la reforma, frente al 29% que alberga dudas sobre la misma. Otra cosa distinta será la participación este domingo.
El escollo de la legitimidad
El mero hecho de poner un papel en la urna no hace que un país sea más o menos democrático, pues son muchos otros los factores y las condiciones que deben de satisfacerse para cumplimentar los estándares democráticos. Entre ellos, la participación es clave. Actualmente, se estima que esta rondará entre el 15 y el 20% según el Instituto Nacional Electoral de México. Otras encuestas más optimistas, como la de EL PAÍS, dan una participación que se acercaría más al 30%.
En el mejor de los escenarios, estas cifras no llegan a la mitad de la participación en las últimas elecciones del pasado año. El principal motivo es que, si bien los mexicanos están a favor de esta reforma, no conocen en absoluto a los candidatos a jueces y juezas.
Las condiciones que se dan para la campaña electoral son, como todo el proceso, bastante atípicas. Primero, los partidos políticos tienen terminantemente prohibido favorecer a ningún candidato, ni siquiera señalarlo. Lo mismo para los candidatos, que a pesar de que tengan vínculos con algunos partidos no podrán expresarse en este sentido durante la campaña. Tampoco han podido disfrutar de espacios públicos como la televisión o la radio para dar a conocer su candidatura, centrando sus esfuerzos en la campaña digital, el reparto de folletines o actos a pequeña escala.
Con este alto grado de desconocimiento, los ciudadanos interesados en votar se enfrentarán en la mayoría de los casos a 6 papeletas en las que tendrán que votar desde el juez de su barrio o distrito hasta los magistrados del tribunal supremo. Para muchos esto es inasumible y tienen claro que se quedarán en casa antes que votar a alguien que no conocen. De hecho, en realidad, esta es sólo la punta del iceberg.
No es oro todo lo que reluce
Las elecciones llegarán en un momento muy tenso para el país, con una ola de violencia a causa del narcotráfico ensañándose con la zona de Sinaloa, aunque la elección en este territorio está prevista para 2027. Al margen de la inseguridad que se podría llegar a vivir durante la jornada, muchas críticas se han centrado en las posibles vinculaciones entre algunos cárteles de la droga y los candidatos a juez.
Los requisitos para presentarse a alguno de los puestos varían en función del cargo al que se postule. De forma general, se requiere una licenciatura en derecho con al menos un 8 de nota media, haber residido en México durante el último año previo a la elección y tener al menos 3 años de experiencia práctica (no necesariamente como juez, además de que puede haber sido en el extranjero). Con la capacidad de influencia a nivel local que poseen los narcos, existe la posibilidad de que haya candidatos favorecidos por estos, lo que generaría un vicio enorme en el sistema y los mexicanos volverían al punto de partida.
Además de los cárteles, los propios partidos políticos y en particular MORENA podrían jugar sus cartas a la hora de promover o favorecer a determinados candidatos que sean más cercanos a ellos. Podríamos añadir aquí que esto ocurre en otros países. Por ejemplo, el Presidente de los Estados Unidos tiene la potestad de nombrar discrecionalmente a los jueces del Tribunal Supremo cuando hay una vacante. Por otro lado, en España, son las cámaras legislativas las encargadas de nombrar a los integrantes de organismos judiciales claves, como el Consejo General del Poder Judicial.
Siendo todo ello cierto, si se plantea una reforma judicial, quizá debe hacerse para mejorar del todo esta institución, evitando la posibilidad de que la corrupción que se quiere eliminar vuelva a entrar por la puerta de atrás.
Por todas estas razones, lo de este domingo puede calificarse como un experimento. Puede salir realmente bien, fortaleciendo a un poder judicial en entredicho dentro de una de las democracias más grandes del mundo. O, por el contrario, pueden encontrarse nuevos caminos para el clientelismo sin que la justicia se universalice, bien favoreciendo de nuevo al crimen organizado o pasando a estar controlada por los partidos gobernantes. Como dice The Guardian, estamos ante una cita a ciegas con la democracia, en la que se puede encontrar a la pareja ideal o vivir una experiencia para el olvido.