
Como si fuese el hijo único durante un divorcio, la Unión Europea debe decidir si se inclina más hacia Estados Unidos o si prefiere cambiar de aires y apostar por China. La primera economía del mundo o la segunda. Tu primer socio comercial o el tercero. Papá o mamá.
Durante la etapa de Joe Biden, nadie ponía en duda la sintonía de Bruselas y el gabinete de von der Leyen con la Casa Blanca. Lo que ha pasado después lo venimos comentando todos estos meses, y es que la inestabilidad de Trump choca de lleno con lo que espera la UE en términos comerciales. Aranceles, reajuste del déficit comercial, inseguridad… la política del líder republicano está provocando que muchos ojos miren hacia la estabilidad de Pekín.
España como puente entre Pekín y Bruselas
Dos de esos ojos son los de Pedro Sánchez, que en su gira por Asia se ha propuesto ofrecer a España como puente para robustecer la relación entre China y los 27. Desde el lado de Xi Jinping también se tienen buenas palabras para el ejecutivo español, aunque habrá que ver si se materializan en políticas o acuerdos específicos. La gran pregunta es si se avecina un cambio real en la política internacional europea y si China puede tomar un papel más protagonista mientras se deja un poco más atrás a Estados Unidos.
En resumen, la UE debe decidir si vuelve a la famosa “Doctrina Sinatra”. Esta doctrina, creada por Mijaíl Gorbachov en honor a la canción “My way” (a mi manera), se planteaba que cada país del espacio soviético funcionase de forma autónoma en términos internacionales. Trasladado al contexto europeo, la Sinatra empujaría a la Unión Europea a trazar sus relaciones con otros Estados según desee, bien dentro del bloque occidental o bien apostando por China.
Podríamos decir que la política arancelaria es el tercer dardo envenenado que EE. UU. ha lanzado a Bruselas en los últimos años. El primero de ellos fue la eliminación de la capacidad de resolución de conflictos de la OMC: primero Obama, pero después de él Trump y luego Biden se aseguraron de que este organismo internacional no les pudiese obligar a reajustar sus aranceles. El segundo lo vimos cuando, desde Washington, se exigió incrementar el gasto en defensa, se amenazó con salir de la OTAN y se menospreció a Europa en unas posibles negociaciones de paz con Rusia. Ahora, a esto, le sumamos los aranceles.
La lucha de potencias
En estas semanas ha reflotado una cita de Napoleón: “No interrumpas a tu enemigo cuando se está equivocando”, reza la frase que se toma en referencia a la “inacción” de China durante varios días. Parecía que Xi Jinping estaba esperando a que Trump siguiese cometiendo lo que para muchos es un error estratégico, pero ya ha llegado la escalada de aranceles. En estos momentos, superan el 120% los impuestos desde China y ya están en el 145% los ordenados por Trump. Y aunque en este contexto podría parecer que la UE se beneficia de la pelea de las dos potencias, hay mucha incertidumbre al respecto.
Si Pekín y Washington se acercasen más de la cuenta, podrían dejar de lado a la UE y terminaríamos por vernos condenados al ostracismo comercial.
Básicamente, el miedo que se tiene viene dado porque si China no es capaz de vender sus productos en el mercado estadounidense, va a buscar nuevos flujos comerciales. En este sentido, tendríamos un mercado todavía más invadido de productos de bajo coste que podrían poner en apuros a los productores nacionales. En general, todos los partidos europeos tienen muchas reservas ante este posible dumping chino y por ello no querrían que el divorcio entre China y Estados Unidos se materialice del todo.
Pero tampoco interesaría una relación muy estrecha, aunque hoy parezca más lejos que nunca. Si Pekín y Washington se acercasen más de la cuenta, podrían dejar de lado a la UE y terminaríamos por vernos condenados al ostracismo comercial. Por tanto, el mejor escenario desde su visión está en el ahora: un mar revuelto. Si Maroš Šefčovič, comisario de comercio, y Pedro Sánchez han visitado China en las últimas semanas, una delegación de eurodiputados y el propio Šefčovič han hecho lo mismo con Estados Unidos.
A río revuelto, ganancia de pescadores
Y es que, a la luz del plan de Bruselas, este siempre ha pasado por no quemar los barcos con Trump: la negociación ha ido por delante. Esta estrategia se puede notar con facilidad si vemos cómo van a funcionar los aranceles-respuesta de la Comisión Europea. Habrá 3 fechas de entrada: abril, mayo y diciembre. El producto con más valor comercial, la soja, entrará en diciembre. Por otro lado, la lista de aranceles con más valor económico total es la de mayo.
La Comisión parece obviar de forma deliberada que EE. UU. acaba de imponer unos aranceles del 10% a todos sus productos
Además, esta lista definitiva, sin diamantes pulidos, bourbon o productos lácteos, es 5 mil millones de € inferior a la propuesta en marzo. ¿Qué quiere decir esto? Primero, que la UE ha rebajado el “castigo” y segundo, que quiere utilizar el mes de abril y hasta el 16 de mayo para negociar con EE.UU. Esto se ha visto claramente cuando, a la primera oportunidad, la Comisión ha paralizado los aranceles
Parece que la puerta a la negociación se ha abierto una vez Trump ha accedido a rebajar los aranceles del 20 al 10%. El presidente saca sus dotes de empresario cuando quiere y el movimiento pendular con los aranceles trae a sus aliados y enemigos de cabeza. Aun con todo, von der Leyen celebró esta “rebaja” arancelaria y seguía confiando en poder negociar esos aranceles 0-0 que ya se pusieron sobre la mesa hace unas semanas.
Sin embargo, la Comisión parece obviar de forma deliberada que EE. UU. acaba de imponer unos aranceles del 10% a todos sus productos, que se suman a los del 25% en acero y aluminio (básicamente, contra los coches y sus piezas). Esto deja una balanza muy desequilibrada, con unos tipos arancelarios altísimos y sin una respuesta por parte de Europa, pues ya ha habido una pequeña rebaja. Parece claro que los líderes europeos están dispuestos a aceptar un pequeño castigo si esto abre las puertas a una negociación.
Qué esperar en el corto plazo
Al haberse calmado un poco las aguas, el “bazuca” comercial de la UE parece que va a seguir cogiendo polvo. Desde posiciones de izquierdas se había propuesto cargar contra las empresas de servicios norteamericanas que operan en suelo europeo. Pero, si ya había dudas con la batalla comercial en pleno auge, ahora parece claro que esta opción quedará aparcada.
Eso sí, aunque se pueda llegar a nuevos acuerdos con los estadounidenses, España y varios países europeos van a tratar de mejorar la sintonía con China. La Comisión también ha planteado este acercamiento, aunque existan voces disonantes como la del próximo canciller alemán Friedrich Merz.
En clave nacional, cualquier tema de la agenda que lleve a Pedro Sánchez a hablar de geopolítica o de relaciones con otros países parece un bálsamo para el ejecutivo socialista. Su posición con Ucrania, la cercanía a otros líderes y su propuesta como nexo hacia América Latina y China hacen que el desgaste “en casa” quede a un lado. Quedará por resolver si, como suele ser habitual con China, las buenas palabras se quedan en eso o si finalmente se alcanzan objetivos y compromisos conjuntos.