
Tras 12 años de papado, el fallecimiento del papa Francisco deja vacío el puesto más alto dentro de la jerarquía eclesiástica. Su sucesor, que será el papa número 267 desde San Pedro, enfrentará el complicado reto de cohesionar una Iglesia polarizada, además de otros desafíos persistentes, como el abuso a menores o el rol de la mujer dentro de la institución.
Sin embargo, la elección del nuevo papa es un proceso complejo, en el que los atajos ideológicos y el análisis político al que estamos acostumbrados no acaban de funcionar bien. ¿Cómo se elige al nuevo papa? ¿Qué ideología tiene el cónclave encargado de esta importante tarea? ¿Conocemos ya a los candidatos con más papeletas? Vamos con todo ello.
¿Cómo se elige a un nuevo papa?
El primer paso para comprender lo que ocurrirá es entender cómo funciona este sistema de elección. El proceso para votar a un nuevo papa es relativamente sencillo, aunque llegar a un acuerdo puede llevar días. Todo se rige en base a un ritual antiquísimo: el cónclave, que viene del latín “cum clave” (bajo llave, por su carácter secreto). Esta no es más que una reunión bajo los frescos de la Capilla Sixtina, donde los cardenales deberán elegir a un nuevo papa por mayoría de dos tercios.
En la actualidad hay 252 cardenales, pero no todos cumplen los requisitos para poder votar. El proceso de elección se rige por la Constitución Apostólica de 1996, la cual dicta que solo podrán votar los cardenales menores de 80 años, lo que reduce a 135 los electores (cardenales con capacidad de voto). Aunque no todos pueden votar, todos los cardenales son candidatos a nuevo papa. De hecho, no solo los cardenales pueden ser votados, sino cualquier hombre bautizado, aunque esta excepción lleva sin darse siglos.
Para que la fumata salga de color blanquecino es necesario que 89 cardenales (dos tercios) opten por el mismo candidato, lo cual no es para nada sencillo. El caso más extremo lo encontramos en 1268, cuando fueron necesarios tres años para alcanzar el mínimo necesario en la votación. De hecho, fue a raíz de este considerable retraso que se decidió encerrar a los cardenales hasta que tomaran una decisión,. Para alivio de muchos, durante los dos últimos siglos la espera nunca ha sido superior a cuatro días (cada día se permiten hasta cuatro votaciones, por lo que no es común ver más de 16 intentos).
Tras el fallecimiento del papa, es práctica habitual un análisis profundo del cónclave que será responsable de elegir al nuevo, prestando atención a sus opiniones ideológicas u origen geográfico, dado que ofrece algunas pistas sobre qué candidatos pueden reunir más votos. Vayamos con ello.
La periferia llega al cónclave
Uno de los elementos que más se ha ignorado en los análisis de estos días ha sido la variable geográfica. En periódicos y redes sociales ha sido común publicar gráficos en los que se dividía al cónclave y sus cardenales según el eje ideológico clásico, el de izquierda vs. derecha (o progresistas vs. conservadores).
Sin embargo, este atajo que solemos usar en la política nacional no acaba de funcionar en el caso de la política cardenalicia, especialmente por una razón: la diversidad geográfica. Para que nos entendamos, un “progresista” europeo tiene una opinión a años luz de la de un “progresista” africano, por lo que necesitamos profundizar y matizar considerablemente los ejes ideológicos de este cónclave.
Como ya sabrás, los cardenales son elegidos por el propio papa, lo cual le da a este una gran influencia sobre quién acabará siendo su sucesor. Para que nos hagamos una idea, de los 135 cardenales electores (aunque ya son varios los que han anunciado que no asistirán), 108 fueron elegidos por Francisco, mientras que solo 22 lo fueron por Benedicto XVI y 5 por Juan Pablo II.
La política de nombramientos del papa Francisco se ha regido por una idea clave: dar más protagonismo a la periferia. Anteriormente, los cónclaves estaban dominados por cardenales europeos, especialmente italianos. Sin embargo, del total de nombramientos del papa Francisco, aproximadamente solo un tercio han sido europeos, destacando por el contrario los cardenales procedentes de África, Latinoamérica y Asia. Si bien los europeos siguen siendo mayoría, nos encontramos posiblemente ante el cónclave más diverso en términos geográficos, lo cual tiene un impacto importantísimo.
El peso que ha ganado el Sur global en este cónclave ha complejizado todavía más la política cardenalicia. En primer lugar, la mayor presencia de cardenales periféricos permitirá subrayar nuevos temas, como el ecologismo, y dar más poder a otros, como los económicos. Los cardenales del Sur tienen en común una opinión escéptica del neoliberalismo, por lo que son cercanos a los progresistas del Norte. Sin embargo, existe gran diversidad en el apartado cultural: los cardenales africanos y asiáticos, incluso considerados progresistas en el ámbito económico, tienen una postura sobre la sexualidad, la familia o las mujeres muy conservadora.
Entonces, ¿qué ideologia domina?
La variable geográfica, como indicamos, complejiza mucho más el análisis que se pueda hacer del cónclave. Sin lugar a dudas, tira por la borda la idea de un “cardenal de izquierdas o de derechas”, carente de sentido. Sin embargo, sí han surgido propuestas que, aunque también simples, son mucho más certeras y sí nos permiten tener una imagen más clara de lo que se cocerá en la Capilla Sixtina.
En total, podríamos hablar de cinco corrientes ideológicas:
- Reformistas: en pocas palabras, hablamos de los cardenales más progresistas, que buscan una Iglesia más inclusiva y actualizada.
- Bergoglianos: como podrás intuir, son los cardenales que heredan buena parte del pensamiento del papa Francisco. Si queremos simplificar los términos, podemos comprender a los bergoglianos como una especie de centristas; buscan el avance, pero de forma consensuada y segura frente a los reformistas, todo con la intención de no romper puentes con el otro extremo del cónclave.
- Periféricos: aquellos procedentes especialmente de África, Asia y América Latina, también conocidos como los “conservadores compasivos”, pues intercalan la defensa de valores progresistas y conservadores (estos últimos especialmente en materia cultural, como los derechos LGTBI).
- Conservadores: los cardenales que abrazan la doctrina tradicional clásica, reacios a cualquier cambio en materia moral. A diferencia de los tradicionalistas, tienen más fácil construir puentes con los periféricos, pues coinciden en algunos apartados.
- Tradicionalistas: son un grupo pequeñísimo (no llegan a la docena) y que se caracteriza por estar en contra de los avances ocurridos tras el Concilio Vaticano II (1960). Eran mucho más duros con Francisco, defienden una misa tridentina (en latín, de espaldas…) y son más cercanos a papas anteriores, incluso a Juan Pablo II.
Esta división permite comprender mucho mejor las negociaciones que se pueden llevar a cabo durante el cónclave. A pesar de que bergoglianos y periféricos (50 y 40 miembros respectivamente) forman una mayoría cómoda, esta diferenciación ideológica permite comprender que el consenso no está tan claro, dado que difieren sustancialmente en el apartado moral. Es por ello que los conservadores (unos 25 cardenales) tienen cierta facilidad para acercarse a los bergoglianos y, posiblemente, el cónclave se base en un juego entre estos tres grupos.
Es por ello que, a pesar de que Francisco designó a más de 100 de los cardenales electores (que representan el 80% del total), el próximo papa no está tan claro que vaya a ser continuista, pues es fácil que los periféricos rechacen candidatos con una postura muy progresista en el ámbito moral.
Posible escenario
Una vez tenemos las herramientas adecuadas, es momento de pensar sobre qué puede ocurrir en los próximos días. En primer lugar, es necesaria una breve mención a los “papables”, que es como se conoce a aquellos cardenales con más probabilidades de convertirse en el siguiente papa (ya sea por contar con el respaldo de un buen número de cardenales, por ser capaces de tender puentes entre facciones…). Sin embargo, un dicho que cabe traer a colación reza que “el que entra papa, sale cardenal”, en referencia a que son pocas las ocasiones en las que los papables acaban siendo elegidos.
Por ello, en vez de centrarnos en las quinielas, ya perfectamente cubiertas por todos los periódicos, es mucho más interesante abordar cómo ha acabado de influir Francisco en el próximo cónclave. Como ya hemos destacado, el papa se centró en añadir a la curia cardenales del Sur Global, lo cual no asegura el continuismo, pero que sí tiene implicaciones relevantes.
En primer lugar, siguiendo con la continuidad geográfica que ya se inició con la elección de Francisco, es probable que el siguiente papa también provenga del Sur Global. De hecho, que estas zonas vayan ganando poder también se debe a cambios a largo plazo dentro del cristianismo. Mientras que en Europa, la cuna religiosa, el cristianismo va perdiendo más y más fuerza, son regiones como América Latina donde se consolida cada vez más y otras como en Asia, donde hay una verdadera oportunidad de crecimiento.
En segundo lugar, incluso en el caso de que el próximo papa no provenga del sur, esta facción periférica ha ganado considerable poder, convirtiéndose en un actor de veto que hasta ahora ni pinchaba ni cortaba. Es por ello que, en el peor de los casos, es muy posible que sean capaces de vetar candidatos excesivamente eurocéntricos o desconectados de la experiencia más allá de Europa.
Finalmente, y aunque ya se ha subrayado que siempre hay espacio para las sorpresas, es cierto que esta traslación de poder da alas a una alianza transregional, en la que moderados de Europa se dan la mano con los periféricos, encontrando un nuevo papa capaz de atender a distintas sensibilidades.
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